lunes, 15 de julio de 2013

“Los misterios del Señor Burdick” por Chris Van Allsburg. Fondo de Cultura Económica, 1996.

Tal como su título lo indica, en este libro todo es un misterio, y ese sello lo imprime no sólo el blanco y negro de las 14 sugerentes y bellas ilustraciones, sino también la inscripción que acompaña cada una de ellas, lo cual bien puede ser el comienzo o el final de cada cuento.
En lo personal, no recuerdo haber leído un libro similar y si tuviese que recomendarlo, sin duda lo destinaría a estudiantes desde los 12 años en adelante, pues lo que pretende el autor es que en base a las ilustraciones el lector logre construir y narrar su propia historia. Es esta posibilidad de contar diversas historias, lo que me hizo adorar este libro que en principio -y a primera vista- no captó mi atención. Me gusta que la relación entre texto e ilustración de cabida desbordada a la imaginación y a la posibilidad de contar variadas historias, pues con “Los misterios del Señor Burdick” sucede algo muy especial, y es que todo depende de quién abra el libro y se aventure a inventar. En él se dan infinidad de posibilidades para cada ilustración y esto es un estímulo constante para hacer el ejercicio no sólo con adolescentes, sino para hacerlo nosotros (los ya más grandes) y de paso incitarlos a ellos.

A modo de ejercicio imaginativo comparto la imágen 6, en que se aprecia a una niña que  está recostada de medio lado en su cama, y que duerme profundamente, mientras a su lado y sobre uno de sus brazos lacios de relajo, reposa un libro abierto de par en par del que comienza a nacer una enredadera de hojas. Esta ilustración se titula “La biblioteca del Señor Linden”, y le acompaña una inscripción que agrega: Él le había advertido sobre el libro. Ahora ya era demasiado tarde.
Comparto esto pues la inscripción puede aludir a una historia que culmina o bien a una que comienza, no obstante lo maravilloso es ver y experimentar cómo nos sugiere infinitas posibilidades de interpretación.


Los Misterios del Señor Burdick es un libro sin fin, como la imaginación.

“El almohadón de plumas” en Cuentos de amor, locura y muerte. Horacio Quiroga, Editorial Andrés Bello, 1984.

“Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia…”.Así comienza este cuento de Quiroga, marcado por la fatalidad, extraños sucesos y un halo de frialdad y misterio que provocan una atmósfera literaria sombría. Recuerdo haberlo leído en el colegio cuando cursaba 2° medio, y la verdad es que a diferencia de muchas de mis compañeras, no me produjo rechazo, sino más bién gatilló en mi, un insospechado gusto por los relatos de rasgos temibles y horrorosos. Quizá por ello no es de extrañar que también me guste Poe, pero lo cierto es que tanto Poe como Quiroga me gustan por el modo en que construyen el relato y van enganchando al lector mediante el recurso del suspenso. En lo personal lo considero casi tan bién logrado como “La gallina degollada” otro de sus cuentos que hace algunos años recuerdo haber visto adaptado al teatro.


Es cierto que posee un final trágico y sorprendente, pero también es cierto que ello es lo que sitúa a “El almohadón de plumas” como un clásico dentro de los cuentos de horror. El cual me atrevería a recomendar desde los 14 años en adelante, pues exige a un lector atento que fije su atención en cada uno de los detalles que va entregando el narrador y que son los que articulan el funesto desenlace.  

Ver versión cómic de “El almohadón de plumas”!!


domingo, 14 de julio de 2013

“Duerme negrito”, Libro álbum ilustrado por Paloma Valdivia. Fondo de Cultura Económica, 2012.


Sólo me bastó ver la portada, para que mi identidad sonora hiciera lo suyo, y a medida que me disponía a leerlo, recordé a mi papá tarareándola (mirándonos a mi y a mi hermana mayor) y dando vuelta el cassete de Atahualpa Yupanqui, mientras viajábamos en el auto a Santiago. Entonces… supe que sería de los imprescindibles en mis lecturas. “Duerme negrito” es un libro álbum basado en una conocida canción de cuna latinoamericana, es un libro tremendamente dulzón, cuyas ilustraciones cuidan cada mínimo detalle y se apropian de la trama dejando un tanto de lado el texto, lo cual es un guiño a la doble codificación en la literatura. Como bién menciona Silva-Díaz (2005) se presenta un juego entre cada estrofa y su ilustración, así como también una simultaneidad, en la medida que vemos a la madre con su hijo en brazos, cantándole esta canción de cuna.
A mi, me encanta porque transmite una sensación de cobijo e intimidad muy pujante en un contexto de maternal naturaleza, “Duerme negrito” es una sugerente apuesta para relacionar a los niños con la asombrosa potencia de la lectura, y es también un bello pretexto amoroso para leerles antes que se duerman.

*Yo, ya se lo regalé a Julián, mi sobrino que apenas lleva un mes asomado a este mundo y fue bellísimo ver a mi hermana leerle (tararearle) mientras lo sostenía entre sus brazos.


Referencia:
Silva-Díaz, Cecilia (2005): La metaficción como un juego de niños. Caracas: Banco del Libro.

“El increíble niño comelibros”, por Oliver Jeffers, Fondo de Cultura Económica, 2011.


Este es sin duda un libro álbum que engancha de principio a fin, en él se nos presenta a Enrique, un pequeño devorador de libros que disfruta engullendo uno tras otro, sean éstos de bromas, historia, almanaques, novelas, diccionarios, entre otros.
A medida que Enrique va comiendo libros, va notando que se hace más listo, y esto le encanta pues cree poder llegar a ser la persona más lista del mundo, no obstante debido a la ingesta desmesurada de libros, Enrique comienza sentirse un tanto enfermo y debe dejar de comerlos, sin embargo mientras está en su cuarto pensando qué hacer al respecto, casi por accidente toma del suelo un libro a medio comer y en vez de llevárselo a la boca, comienza a leerlo, es así como descubre lo mucho que le gusta leer…
En lo personal considero que es un libro bellísimo, rápido de “digerir”, muy dinámico, gracias a la composición de las páginas. Me gusta muchísimo, la mezcla de técnicas y materiales de las que se vale Jeffers para plasmar el desarrollo de la trama y el juego con el lector, de hecho aprovecho de comentar que cuando lo tuve en mis manos no pude evitar notar el mordisco de la contratapa y eso me llevó a la advertencia que viene incluida: “Por favor NO intente comerse este libro en casa”. Lo cual genera un nexo inmediato con el libro, pues es complicidad y atención lo que persigue el autor-ilustrador, ya que nos va otorgando detalles para fijarnos en las ilustraciones y ser capaces de despejar la incógnita respecto de quién pudo haber dado el mordisco.

Una apuesta estética muy bién lograda, sencillo, divertido y muy sugerente para todos quienes deseen disfrutar de la lectura.