Hablar de censura en la literatura casi no nos
sorprende, pues para nadie es un misterio que las artes con su potencia
desbordante siempre han sido objeto de crítica, reprobación y censura. Una de las
formas más obvias de censura es aquella que concierne a la presunta obligación
de los textos de someterse disciplinadamente a la moral vigente.
Marcela Carranza, en un artículo
titulado ¿Por qué la literatura es también para los niños? Expone que, por ejemplo un libro puede ser
rechazado porque en su texto o en sus ilustraciones la figura del padre no
recibe el tratamiento que se merece, porque su desenlace incluye una venganza o
porque aparece una “mala palabra”. Pero también puede suceder que un texto sea
escrito o elegido con el único propósito de transmitir un contenido considerado
legítimo socialmente. Por ende, no está de más decir, que este tipo de
producción persigue fines comerciales, pues son estos libros “los que más
venden” según el criterio de algunos editores y autores.Sin lugar a dudas se censuran los
libros que no obedecen a las ideas oficialmente consideradas correctas por un
grupo social en un momento dado.Este modo de concebir la
literatura para niños establece una forma particular de relación con el texto.
Lo selecciona según sus propósitos, se apropia del texto para la imposición al
lector de un contenido y para ello debe asegurarse la lectura de un único
sentido: el oficial, el “correcto”. Esto por supuesto requiere la inhibición de
la libertad del lector. De este modo es posible decir que no sólo se censuran
los textos; también y sobre todo se censura a los lectores imposibilitándoles
construir sus propios sentidos, transitar sus propios caminos dentro de la
historia que está leyendo, impidiéndoles actuar como creadores de su propia
lectura. No obstante… y pese a toda prohibición, siempre hay lugar para la
realización de lecturas que escapan a la oficialmente impuesta, incluso existe
un modo de pensar la literatura infantil para la cual el pequeño/a lector no
implica en absoluto limitaciones, sino por el contrario, la posibilidad de
abrir inexplorados caminos para la creación, es por ello que no es de
extrañarnos entonces que exista una literatura para niños, que también
disfrutamos los adultos, una literatura que el propio Maurice Sendak denominó como “desconcertante, salvaje y
desordenada”. Hay que
liberar libros y lecturas teniendo siempre presente a la literatura
como un arte, condición que debe ser considerada a la hora de seleccionar
libros para la promoción y animación de la lectura. Hay que ir más allá de la
instrumentalización del libro y la valorización de la obra por su mensaje, por
lo que el autor quiso decir, por enseñar valores, para contestar preguntas, etc.La
literatura en tanto que experiencia estética, genera la posibilidad de un mundo
otro, abre interrogantes, propicia la formación y desarrollo de ciudadanos
críticos e incluso subvierte ordenes preestablecidos, y es por ello que muchos
libros han sido considerados peligrosos y por ende censurados. Entre estos
cuentan: “Alicia en el país de las maravillas” de Lewis Carroll (prohibido en
la provincia de Hunan en 1931, por el general Ho Chien, que consideró
inaceptable que los animales del libro hablaran y se comportaran como seres
humanos, pues supuso que colocar a los humanos y a los animales en el mismo
nivel sería desastroso para China), “Belleza Negra” de Anna Sewell (la
obra fue prohibida en Sudáfrica durante
la época del apartheid, ya que un censor relacionó las palabras belleza negra con
algún
tipo de tratado sobre los derechos de la población negra, sin saber que lo que reivindicaba el
libro eran los derechos de los animales), “Un elefante ocupa mucho
espacio” de Elsa Bornemman (fue considerado en Argentina como un texto
subversivo que instaba a la revuelta), “Charlie y la fábrica de chocolates” de
Roald Dahl (censurado por exponer una pobre filosofía de vida), “El Principito”
de Antoine de Saint-Exupéry (Prohibido en Argentina en época del Golpe Militar
pues incitaba a una ilimitada fantasía y porque la búsqueda de amigos por parte
de su protagonista iba contra los mecanismos de control del gobierno militar) incluso
el conocido y lúdico libro de ingenio ¿Dónde está Wally? De Martin Handford, fue
objeto de censura pues en una de sus páginas aparecía la diminuta imagen de una
mujer haciendo topless en la playa. Así como los recién mencionados ejemplos,
hay muchos más, y es de esperar sean cada vez menos!.
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